El origen del nombre de Litha no es preciso. Sin embargo, existen otros nombres para esta festividad que dependen de la geografía pagana, tales como Alban Hefin (para los celtas), o Midsummer (para el norte de Europa). La festividad de Litha corresponde al solsticio de Verano en el hemisferio norte. Por lo tanto, se trata de una festividad de fuego.
Litha marca un hito; un punto de equilibrio ya que es el momento más intenso de la potencia solar -tiene lugar el día más largo del año- y al mismo tiempo, el momento en que el sol comienza a decrecer, siguiendo el destino inexorable de la rueda.
Litha representa al Dios en su momento más vigoroso y él junto con la Diosa gozan del esplendor de la luz y del fuego, irradiando de fuerza y energía a todo aquello que los contemple.
Las costumbres de los lugares en que se festeja este momento de la rueda del año incluyen actividades en torno a hogueras, cuerpos de agua, antorchas y bailes durante el día y a lo largo de la noche, por ejemplo, saltar una hoguera sin quemarse, bailar en torno al fuego, caminar en procesión a la luz de las antorchas, etc. Con ello, se buscaba potenciar la fertilidad de las mujeres y de las cosechas. La fuerza del fuego, también depurativa, se empleaba para limpiar el cuerpo y el alma de los malos espíritus.
Es también una festividad de agua, elemento que nos sirve para atenuar los efectos de la intensidad del sol. Por ello, si tienes un río, mar, estanque o cualquier cuerpo de agua, puedes sumergirte y disfrutar de la depuración que ambos elementos te proporcionan.
En algunas tradiciones, el día del solsticio de verano solían colocar rocas en círculos, como en Stonehenge, erigidas hacia el sol. Los romanos honraban a la diosa Juno (esposa de Júpiter), diosa de las mujeres y del nacimiento. El mes de junio recibe su nombre en honor a ella. En las tradiciones celtas, se honraba a Áine, la diosa irlandesa del verano, cuyo equivalente Romano es Venus, y griego, Afrodita. Entre sus representaciones alegóricas se encuentra lo relativo al mundo de las hadas, entre las que se destaca Áine. Durante la noche de Litha es posible experimentar dicho mundo, pues el velo que separa a lo feérico de lo humano, se diluye y podemos ver hadas, elementales, duendes, elfos y otros seres mágicos interactuar con nosotros.
En la tradición cristiana, corresponde con la noche de San Juan, y como muchas fiestas cristianas, fueron adaptadas para ocultar sus raíces y superponer las nuevas creencias manteniendo usos y costumbres.
Litha es una festividad de fuego, de impulso y de empresa. Es momento de tomar valor para atizar los proyectos y actos pendientes; aquellos que seguimos repensando y nos cuesta trabajo resolver. Una vez que somos conscientes de lo que representa la festividad y la energía que de ella emana, es el momento de tomar determinaciones. Es el momento también de ritualizar y canalizar las fuerzas de la victoria de la luz sobre la oscuridad; las fuerzas del momento de luz más ardiente y con ello resolver lo que ha quedado inconcluso porque al poco, vendrá el declive y mengua de la misma energía.
Utilizando el fuego, podemos quemar representaciones (pueden ser hierbas, fotografías, u objetos) o anotaciones de aquello que deseemos desterrar o eliminar de nuestro camino.
Con Litha estamos invitados a tomar un a gran bocanada de valor, energía y fuerza. Siendo un momento climático, se favorece la introspección para evaluar nuestro camino y aclarar nuestras ideas, por ello, un rato de meditación o análisis, quizás abrazando un árbol, es una gran oportunidad para redirigir nuestras intenciones. Litha se trata de sentir, sentir y sentir, por lo que otra manera de vivenciar la época alrededor de la festividad es reunirse con los amigos, bailar, comer y disfrutar en torno al sol, y de preferencia al aire libre para aprovechar los regalos visuales que la naturaleza nos ofrece.
